Auschwitz Birkenau - Enero'10

Nunca se borrará de la memoria el fabuloso recuerdo del grandioso viaje que hicimos 4 valientes por una fría Polonia, mochila en la espalda y saltando de tren a tren de punta a punta del país. Una de nuestra paradas, como no podía ser menos, fue Auschwitz-Birkenau.

Los primeros días los pasamos en Krakow, donde pudimos disfrutar de su arquitectura, gente y sobretodo, de su "aire fresco". El último martes del mes cogimos el tren en la estación central de Krakow, bien temprano y a unos cuantos grados bajo cero. Un viaje en tren tranquilo y relajado donde observar el paisaje y la vida de sus habitantes como si en ese lugar nunca hubiese pasado nada.
Estación Central a las 7:40 a.m.
Nuestro tren dirección Auschwitz
Paisajes del camino
En hora y media llegamos al pueblo de Auschwitz y nos dirigimos al sur, donde marcaban los mapas el campo de concentración. En pocos minutos, y no sin antes consultar por el camino otra vez el mapa, encontramos el campo. Entramos en lo que seria la recepción o recinto informativo anexo al campo, vimos que solo era necesario pagar si querías ir con un guía o por la compra de mapas informativos del lugar, compramos un par de ellos y nos adentramos al campo.

Los filos de alambres punzantes ya se mostraron de buenas a primeras, los seguía la puerta de entrada a Auschwitz, una entrada clavada en la mente por los cientos de fotos vistas de ella y al fin delante nuestro, era como entrar en un viaje en el tiempo, donde cada lugar, cada sitio que fuéramos a ver no nos pudiésemos quitar de la cabeza los cientos de miles de personas que habían pasado los días más horribles de su vida. Una gatita quitaba hierro al lugar con su cariñosa "bienvenida" al campo, fue lo único dulce que vi en ese sitio.
Al lado de la entrada
"Trabajar os hace libres"
Pasada la "barrera" de la entrada, pues fue como llegar a un sitio especial (y no sería para menos), nos adentramos entre los barracones del campo, numerados minuciosamente y toda una fila de ellos eran el museo del campo. Costaba imaginar como un sitio tan tranquilo en ese momento podía haber sido testigo de brutalidades, lo único que realmente sentimos en nuestra piel fue el aire cortante y el frío congelador, aun llevando buenas capas de abrigo. Decidimos entrar en el primer barracon (tal y como indicaba la ruta establecida en los mapas informativos), y así uno detrás de otro de este a oeste, en ellos se contaban las atrocidades que sucedieron en Aushwitz, así como también la vida de la gente, tanto prisioneros como militares, hojas de entradas y salidas del campo, y sobretodo, se mostraban muchos (quizá una mínima parte) de esos objetos que eran abandonados a la fuerza por sus propietarios, montañas de zapatos, maletas, gafas, cazos, ropas, cepillos, prótesis .... cabellos... de hombres, mujeres y niños que tuvieron la desgracia de vivir (y morir) en Auschwitz. También se narraba todo el proceso de los gases mortales, con las pastillas y bidones del gas, como también reproducciones de donde dormía la gente. Una de las imágenes que más atónita me dejo, fue un pasillo con todo de fotografías de presos que en sus caras mostraban la amargura de vivir allí y de ver su rostro y no saber que fue de su vida.
Camino de entrada
Pastillas del gas
Cabellos de los prisioneros
Prótesis...
Maletas y cestas
Pasillo fotográfico de presos
El último barracon escondía en el sótano las salas de tortura, se podían visitar e incluso adentrarte en alguna de ellas, había la de encerrado al vacío, sin aire, con tan solo una letrina, otras que el preso solamente tenia un metro cuadrado de habitáculo con una puerta inferior opaca, y un largo etc., de horrores que no dejaban ver.
Habitáculo de metro por metro
Por último, había el famoso muro donde se realizaban los fusilamiento, el Muro Negro,  ubicado entre dos barracones de oficiales, 10 y 11, ahí se deshacían de ellos. Solamente se podía mirar a ese muro y rezar (sea cual sea tu Dios o creencia) por aquellos que habían muerto en esa pared.
Muro Negro
Cotilleamos un poco el exterior de los barracones, las torres de vigilancia en pie entre los filos de alambres, los carteles de peligro y la bañera... que mejor no imaginar que pasó allí. Pasamos entre todos los barracones y el agua congelada producía estalactitas de las cubiertas dando aún más una sensación de frío congelador. Llegamos al este del campo donde la estructura de la horca permanecía erecta en un campo blanco, otro lugar que te deja sin voz, y justo al lado el crematorio, una pequeña linea de fabricación de cenizas de cuerpos humanos, un horror elevado a la enésima potencia. 
Torre de vigilancia
Tejado de los barracones
La horca
Crematorio
Entrada a Auschwitz
Salimos del campo con un mal sabor de boca y de mente, y nos dirigimos a Birkenau, para ello nos subimos a un taxi, aunque no estaba muy lejos, pero íbamos un poco justos de tiempo. Después de Auschwitz pocas cosas podían ser peores, pero llegamos a una de ellas, Birkenau.
Interior de Birkenau, vias centrales
Una fachada clavada en la retina, que escondía un terreno desierto de barracones, que pocos de ellos aguantaban en pie, aunque sus chimeneas dibujaban un paisaje devastador. En el centro, las vías de tren de la muerte llegaban hasta el final del campo, cargadas de pasajeros al punto final de su viaje, y de algunos, de sus vidas. A nuestra derecha los barracones de niños y mujeres, a la izquierda los de los hombres y en nuestro frente las cámaras de gas y el monumento a los judíos. Nos adentramos por encima las vías de tren, llegando al punto medio y entramos a la zona de mujeres y niños, un llano que parecía no tener fin donde se entreveían los barracones o lo que quedaba de ellos y sus filos de alambres alrededor del sector. Fuimos hasta la zona de los hombres y uno de los barracones estaba abierto, así que entramos, el olor a pudredumbre humana era muy presente, casi asfixiante, 60 años después y aún se pueda percibir..., el barracon permanecía intacto a como vivían sus presos.. inhumano.
Zona de mujeres y niños
Interior barracon
Finalmente nos dirigimos hasta las cámaras de gas, situadas bajo tierra pero abiertas al aire libre por derrumbes y cubiertas de nieve, se prohibía el paso a ellas, pero la verdad que tampoco entusiasmaba mucho adentrarse en ellas. Y ya como punto final, el monumento en honor a los judíos y presos que perecieron ahí y sus placas conmemorativas en todos los idiomas. Dio la casualidad que varios militares dieron ofrendas mientras estuvimos ahí debido a un homenaje que se realizaba esos días, fue algo curioso ver como militares de traje y espada daban ofrendas a ese lugar gobernado por militares.
Cámaras de gas
Militar haciendo la ofrenda
Monumento a los judíos
Ya en el atardecer, la entrada de Birkenau era como si contara que "siempre estaré aquí para recordar a todos aquellos que dejaron sus vidas en mis tierras" mientras nos alejábamos para coger el tren que nos llevaría de vuelta a Krakow.
Entrada Birkenau
Un lugar que hacía mucho que quería visitar por sus historias y que desgraciadamente no me defraudó, supongo que el echo de ir en pleno invierno, verlo nevado y congelado y sentir el frío sufrieron los presos aumento el sentimiento del lugar. Un sitio desolador que recomiendo ir para que lo que sufrieron esa gente no se vaya de nuestra mente para que no se vuelva a repetir nunca más.

Os dejo el link de la enciclopedia en fotos de los campos de concentración nazis, así como toda la información que deseas saber:

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